jueves, 29 de septiembre de 2011

La sombra de la infidelidad


LA SOMBRA DE LA INFIDELIDAD

Al rojo vivo están muchas relaciones cuando la sombra de la infidelidad se cierne sobre la pareja. Ya manifesté en otras ocasiones que cada vez son más los que acuden a terapia para solventar una crisis matrimonial y en la mayoría de los casos los celos y la sospecha de terceras relaciones están detrás de los motivos de los problemas conyugales. 

¿Es imposible la fidelidad en la pareja? ¿Puede mantenerse el amor y el deseo a través de los años? ¿Qué es ser infiel? ¿Tolerar cierta libertad sexual de tu partenaire es muestra de desinterés? ¿Qué amamos cuando amamos y qué deseamos cuando alguien se nos cruza en nuestro camino? A la hora de dar respuestas podemos vernos influenciados por sentimientos y consideraciones de orden moral que trascienden de la educación que hemos recibido a este respecto. La religión, la defensa de la institución familiar, el temor a lo desconocido así como la no consideración de la propia naturaleza humana nos llevan a pensar, generalmente, que sin fidelidad no hay relación de amor posible. Muchos afirman que ser infiel es la mayor traición que te puede ocasionar la pareja, "lo soportaría todo menos que se acostara con otro/a". La posibilidad de perder al ser amado genera gran dolor, pero también supone una ofensa al propio narcisismo, "qué es lo que tiene ella que no tengo yo". Nos sentimos en falta, vemos tambalearse nuestro universo, alguien de fuera ha puesto en tela de juicio la fortaleza de la relación y desata la caja de pandora.

No siempre la sospecha es fundada, en muchos casos vemos donde no hay, son nuestros propios deseos los que nos llevan a atribuirle al otro los deseos que sentimos de forma inconsciente. ¿Acaso podemos controlar lo que sentimos? Hay quienes presa de su pasión celosa espían a su pareja, le miran el teléfono, violan la confianza buscando justamente eso, el engaño. ¿Es lícito transgredir todos los límites de la convivencia para descubrir aquello que no quieres que pase? ¿Qué haremos si descubrimos lo terrible, hay otro/a? ¿Podremos soportar nuestras preguntas, nos servirán las respuestas? ¿Qué hacer después, acaba aquí la relación? ¿Qué hacer si tu pareja te agobia por sus celos, puede meterse en tu vida más íntima? ¿Es peor ser infiel o es peor querer dominar al otro?

Las relaciones humanas son complejas, no hay un camino hecho previamente que nos augure el éxito, lo que antaño fue válido ya no lo es, cambiamos de gustos, la relación se desgasta porque dejamos de cuidarla... ¿Quiere decir eso que podemos o queremos prescindir de nuestro compañero/a? ¿Quiere decir que el muerto al hoyo y el vivo al bollo? No tiene por qué ser así, muchas relaciones son fuertes compromisos, amor más allá del apasionado deseo del comienzo, relaciones que te apoyan cuando lo necesitas, el objetivo por el que trabajar, el centro de la familia que habéis construido. Romper una relación por un escarceo sexual es un grave error. Una cosa es tener un deseo sexual y otra amar a alguien. Con un amante no te irías a vivir, no compartirías tu intimidad, tu vida. Muchos han roto su afianzada relación por un "calentón" y luego se quedaron compuestos y sin nadie a quien amar. Se puede vivir sin pareja, por supuesto, pero si se ha elegido vivir con un compañero/a hay que tener manga ancha, hay que permitir cierta distancia, cierta libertad para que cada cual tenga el espacio que necesita para desarrollarse. Este es uno de los graves errores de las parejas. No se dan cuenta de que atar en corto al otro, controlarle, preguntarle por cada uno de sus pasos, aleja cada vez más a la otra persona, la agobia, acabará por estallar tarde o temprano.

No es un tema nada fácil este, apenas tenemos educación sentimental, pensamos las relaciones como algo hermético en el que no tienen que intervenir terceras personas, ni familia, ni amigos, ni nadie... Está claro que hay cosas que incumben sólo a los dos, pero necesitamos de otros para vivir, para llenarnos de deseos, porque cuando una pareja son dos, el deseo se va agotando de tanto usarlo. Si tu pareja vuelve a casa feliz y te trata con agrado y con amor, no debes preguntar qué hizo, ni con quién fue, debes saber disfrutar del don de su compañía, de la vida que compartís que está hecha con muchos otros. Pretender que el amor sea cosa de dos es caer en los brazos del sueño infantil donde el niño lo era todo para la madre y ella para su pequeño retoño, no hacía falta nada más. Debemos alejarnos de este modelo que nos aísla y nos hace infelices. Debemos alzar el vuelo, trabajar por nuestra propia felicidad para luego poder aterrizar y compartir nuestra satisfacción con las personas a las que amamos. Ese es el mayor grado de respeto, darle al otro lo mejor de mí.



Helena Trujillo
Psicoanalista y Terapeuta de Parejas.


Consulta en Málaga - Madrid - Online

lunes, 12 de septiembre de 2011

LOS SUEGROS.


PROBLEMAS CON LA FAMILIA. LOS SUEGROS.


Es más habitual de lo que se puede pensar; a quién no le han dicho alguna vez que está cansado/a de las opiniones de la familia de su pareja o de tener que hacer siempre lo que ellos decidan. Pasa de ser una relación de pareja a estar casados con toda la familia. Esto ocurre frecuentemente refereido a los padres de una partes: Los suegros.
Cada persona es un ser individual y si tiene la madurez suficiente como para decidir casarse o convivir, está más que dicho que puede decidir por sí mismo y realizar su vida a antojo y placer, según sus elecciones y preferencias.

El problema se presenta cuando se le otorga a la suegra un lugar en la pareja, como si fuera un integrante más, que tiene voz, voto y decisión sobre las cosas del hogar de los enamorados, sobre la crianza de los hijos y hasta sobre la toma de decisiones del menú del día.
Pero, ¿cómo controlar esto sin romper relaciones familiares ni de pareja?. Lo ideal sería que los dos, distinguieran claramente lo que es la familia
de lo que es la relación de pareja, única y exclusivamente suya; pero esto no siempre es posible. Cuando el otro nos dice algo de nuestra familia, aunque sepamos que tiene razón, el problema suele estar garantizado y la pareja completamente perdida en las relaciones familiares. 

Cuando tengan que padecer un caso así, la primera opción no es discutir con la pareja quejándose de la suegra, sino dialogar tranquilamente y explicar que la suegra NO forma parte de la pareja, sino de la familia fuera del hogar.

El segundo paso, es tratar de ser amable con ella pero marcándole el espacio que le dimos pero que ahora le queremos recortar. A veces las suegras tratan de imponer culpas con el viejo discurso de "no me querés" o "así tratas a tu madre que te dio la vida" y frases similares. Hay que explicarle que no es nada de eso, pero tiene que saber que hemos crecido, que hemos decidido una vida en pareja donde ella no está incluída como parte participante y que las decisiones se toman dentro de la pareja.
Si la suegra ha invadido, su hijo o hija debe volver a marcarle el espacio que sin querer le ha dado, poco a poco y sin ser bruscos, pero siendo firmes. Es decir, de buenos modales, podemos marcarle un espacio sin que ella lo tome tan mal.
Hay muchas parejas que necesitan ayuda cuando sienten que su familia o la de su pareja no son compatibles con el día a día de su relación y es un gran alivio para ellos que un profesional, que además no forma parte de su grupo familiar, pueda ayudarles a hacer compatibles estas dos realidades: su vida en pareja y el trato con los padres o suegros. 

martes, 6 de septiembre de 2011

Relaciones de Pareja: ELLA RETOMÓ TU CAMINO A LA VIDA.

ELLA RETOMÓ TU CAMINO A LA VIDA

Tal vez a usted le haya pasado lo mismo. Se dejó llevar por sus deseos, el amor, fue dejando de lado a las amigas, ya no tenía tiempo, le apetecía estar con su pareja. Puede que  ponga como excusa que ellas también tenían su vida, sus compromisos, pero usted no se dio cuenta de que dejaba atrás las relaciones que la mantenían viva, aquellas con las que se divertía, con las que hablaba, iba de compras, compartía sus inquietudes, sus compañeras. Se metió de lleno en su relación de a dos y todo su tiempo lo repartía entre las tareas diarias y él, la familia y él, el trabajo y él.

Pasaron los años y llegaron los hijos, las papillas, los pañales, los cambios de humor, la falta de tiempo para salir, la desgana sexual, los enfados, la suegra, el dinero… Empezaron a salir las primeras arrugas, las canas, la casa se fue convirtiendo en su palacio o su cárcel. Ahora se siente desencantada, no sabe cómo ha llegado hasta aquí, el vaso se fue colmando y ahora ha rebosado. Su pareja ya no le llena como antes, apenas hablan, él quiere saber a dónde va, con quién habla, opina sobre la ropa que se pone y sobre el dinero que gasta, no colabora lo que debería en el cuidado de los niños y en la cama ya no saltan las chispas como antes. La distancia entre ambos se ha hecho patente, ya no aguanta más. Si buscamos el detonante de este rechazo tal vez no lo encontremos, puede que haya sido la suma de muchas cosas, o que alguien avivó el deseo dormido, o que despertó del letargo en el que estaba sumida.  

Muchas parejas llegan a terapia en este estado de cosas. “Ella ha cambiado, dice que me quiere dejar”. “¿Cómo no me he dado cuenta?”. “Ya no lo deseo”. “Quiero sentirme libre”. Dejarse llevar por el amor sin guías es un viaje muy peligroso que tiene consecuencias. Las pasiones no suelen ser buenas consejeras, hay que domeñarlas y marcarles un rumbo que tenga en cuenta la vida que uno ya tenía. Si dejamos de lado las aficiones, los amigos, la familia, la privacidad… acabaremos  por sentirnos prisioneros en muros que nosotros mismos hemos levantado. Si alguien, para estar contigo, te pide que seas otra persona, tal vez debas elegir otro compañero/a. Lo que al principio parece amor y confianza, luego lo llamamos celos y control. Para poder disfrutar de la vida de pareja, primero hay que disfrutar de la vida de cada uno, respetarnos a nosotros mismos y respetar el tiempo de la otra persona. Comprender los gustos de las demás personas es imposible, sólo podemos aceptarnos diferentes y pactar para poder convivir. Las personas felices irradian felicidad a su alrededor. Las personas sacrificadas acaban vengándose. No siempre el camino de la vida feliz sea separarse, muchas veces es pensar y comportarse de forma diferente a como lo venían haciendo, ser otros y descubrir, día a día, cómo pueden ser felices y hacer felices a esa persona que han elegido como compañero/a de vida.


Helena Trujillo
Psicoanalista – Asesora Matrimonial

lunes, 5 de septiembre de 2011

Entrevista en EConsumer. Discusiones de pareja durante las vacaciones


Discusiones de pareja durante las vacaciones

Una de cada tres parejas pone fin a su relación sentimental después del verano


Durante las vacaciones de verano, las parejas comparten mucho más tiempo que durante el resto del año. No hay que ir a trabajar, se reducen las obligaciones domésticas, aumentan las horas de cuidado de los hijos... Una época que debería ser sinónimo de felicidad, pero que no siempre se vive en armonía. Pasar más tiempo en pareja durante las vacaciones puede convertirse en el escenario idóneo para que afloren los conflictos y las disputas.


  • Por JOSÉ A. RODRÍGUEZ

  • 4 de septiembre de 2011

Durante el periodo de trabajo, muchas parejas viven prácticamente separadas. Son largas jornadas laborales que se complementan con numerosas obligaciones domésticas, multiplicadas en el caso de quienes tienen niños. La mayoría comparte los momentos del día en que más cansados están: cuando han finalizado la jornada laboral y doméstica y se sientan para cenar. En este contexto, no sorprende que numerosas relaciones se deterioren de manera progresiva sin que, incluso, se tenga conciencia de ello. Hasta que llega el verano y, con él, las posibles discusiones y las crisis.

La convivencia: una prueba de fuego

Como señala Helena Trujillo, psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero de Málaga, al compartir más tiempo durante la época estival, lejos de la rutina de horarios y compromisos laborales y escolares, "es cuando se convive realmente. Surgen los problemas porque cada uno se muestra tal cual es". Hay que señalar, por otro lado, que en muchas ocasiones las crisis que se originan durante el verano no son tales.
"En numerosos casos, denotan una problemática individual de uno de los miembros de la pareja", explica la especialista. Si una persona sufredepresión, un trastorno de ansiedad o cualquier otro problema psicológico, es muy probable que la convivencia se vea afectada. "Por este motivo, es tan importante contar con la ayuda de los profesionales para poder solventar estos trastornos", insiste la especialista.

Discutir lo menos posible

Muchas parejas pasan el año tan centradas en resolver asuntos cotidianos, que se olvidan de cuidar su relación sentimental
Para que las vacaciones sean, en la medida de lo posible, un remanso de paz libre de altercados, es necesario empezar a prepararlas muchos antes de que llegue el verano. ¿Cómo? "En primer lugar, no hay que esperar a estos días para hablar los temas espinosos de la relación. Cuanto antes se aborden mejor, así se evita que se enquisten", señala Trujillo. Muchas parejas pasan el año tan centradas en resolver asuntos cotidianos, que se olvidan de cuidar su relación sentimental.
Hablar de los temas más conflictivos y cuidar las bases de la relación (el cariño, la conversación, el sexo) es la mejor manera de garantizar unas buenas vacaciones juntos. Durante estas, hay que tener en cuenta una serie de consejos que pueden facilitarlas mucho. Es necesario consensuar dónde y cómo se quieren pasar. Si a uno no le gusta la playa, no tiene mucho sentido pasar tres semanas en un hotel en la costa con la promesa por parte del otro de que el año siguiente elegirá el destino que le apetezca.
Se pueden combinar unos días en la playa y el resto, en otro lugar. Además, "hay que aprender a ser tolerantes y respetuosos, no agobiar a la pareja con nuestras cosas ni querer pasar las 24 horas juntos", añade la experta. No tiene sentido pasar todo el día juntos para compensar que durante el resto del año apenas se ven. Para disfrutar de estos días, también es necesario que cada miembro de la unión disponga de su parte de tiempo libre para cultivar sus aficiones. Es la mejor manera de evitar enfrentamientos, ya que se eluden tensiones innecesarias.
Estas fechas son para recrearse, no para realizar tantas actividades, que se quede al borde del agotamiento mental y físico. Muchas personas exprimen tanto este periodo, que lo viven con estrés y esto crispa larelación y provoca numerosas discusiones. La situación idónea es una mezcla de descanso y actividades estimulantes, sobre todo, consensuadas.
No menos importante en un contexto de crisis, en el que muchos no viajan y deciden pasar unos días con otros familiares, hay que tener cuidado "con no agobiarse y agobiar con padres, suegros, cuñados... Respetemos tiempos y espacios", recalca Trujillo.

Cuando estalla la discusión

Como es lógico, lo mejor es evitar que las disputas estallen o que sean muy tensas. Para ello, es aconsejable comunicar lo que no gusta o molesta antes de que sea demasiado tarde. "El otro componente de la pareja no es adivino, así que debemos ayudarle a que nos entienda", explica Trujillo. En el caso de que el altercado sea inevitable, hay que exponer los propios argumentos de la forma más sosegada y clara posible.
El otro miembro debe sentir siempre que se le escucha y que sus razones, aunque no se compartan, se entienden. "Si se habla de buena manera, será más fácil que el resultado sea bueno. No se trata de competir con el otro, sino de convivir", puntualiza la experta.

VACACIONES EN CRISIS

Las vacaciones nunca serán la terapia que solucione de forma mágica los conflictos. Ni en el caso de que se contrate un hotel de lujo en la isla más paradisíaca y tranquila que se pueda imaginar. La psicoanalista Helena Trujillo aconseja que para una pareja que esté en crisis, quizá sea mejor no tener vacaciones, "no viajar, no salir del contexto habitual, ya que esto puede generar tensiones".
En el caso de que las parejas se aventuren en un viaje, es recomendable no alejarse demasiado de casa (por si ocurre una crisis tan fuerte que sea aconsejable regresar) y evitar situaciones potencialmente conflictivas, como viajes largos en coche o en grupo (sobre todo, si la crisis está causada por una infidelidad y es aconsejable evitar celos). La especialista hace hincapié en que lo más adecuado es iniciar una terapia de pareja cuanto antes para aliviar la tensión y ayudar a que los días de vacaciones sean más llevaderos.