lunes, 21 de febrero de 2011

Literatura erótica.

LITERATURA ERÓTICA




REALIZADO POR EL TALLER DE ESCRITURA 
COORDINADO POR HELENA TRUJILLO
MÁLAGA
Más información www.htpsicoanalisis.com

martes, 15 de febrero de 2011

DECÁLOGO DEL BUEN DIVORCIO

“DECÁLOGO DEL BUEN DIVORCIO”

Cada vez se hace más difícil afrontar la convivencia y más fácil acabar con ella. Convivir es la verdadera prueba de fuego, donde se demuestra si verdaderamente nos amamos y nos respetamos. Hemos pasado de relaciones casi eternas en las que la separación iba en contra de la moral imperante, a otras en las que se toma el camino fácil de terminar la relación y emprender un nuevo camino por separado. Nadie aguanta a nadie.
No hay una situación ideal generalizable. Cada uno de nosotros debe trazar su propia andadura, no hay dos personas iguales, pero lo que sí es cierto es que si nos educáramos mejor, nuestras relaciones humanas podrían ser diferentes.
Recuerdo que en uno de los congresos de Psicoanálisis a los que he asistido se hablaba de que la patología de fin de siglo es la intolerancia hacia las personas. El Psicoanálisis ha develado el narcisismo de las relaciones, nos buscamos en el otro, es decir, nos gusta de los demás aquello que nos recuerda a nosotros mismos. Parece que resulta complejo amar del otro lo que es diferente a nosotros mismos. El verdadero amor se define justo por eso, tolerar lo que en el otro es diferente. El amor es “amor a las diferencias”.
El amor romántico al que aún hoy muchas personas aspiran, ofrece una utopía y condena irremediablemente al fracaso a quien lo persigue. Es un tipo de amor que se corresponde al período de enamoramiento, de idealización, donde todo parece perfecto y donde se tiene la sensación de que el mundo gira en torno a la pareja. Sabemos que este periodo es efímero, debe serlo, pues aleja al enamorado de la realidad.
Muchas veces, amar al otro implica, justamente, romper la relación de pareja. Esto previene muchas situaciones graves que pueden desembocar en maltrato. Terminar las cosas a tiempo es un criterio de salud. No debemos entender entonces, que toda ruptura amorosa es un fracaso, nada es eterno. Todo fin supone un nuevo comienzo. Si aprendemos de la experiencia y miramos el futuro con optimismo estaremos aprendiendo algo del amor, porque amar no es a una sola persona, sino amar la vida, amar crecer, aprender, trabajar.
Juntos o separados, no hay que olvidar que una pareja son dos personas, con psiquismos diferentes. Este es el primer paso para una convivencia o una separación más civilizada. Nadie nos pertenece, ni siquiera los hijos.


Helena Trujillo Luque
Asesora matrimonial - Psicoanalista

Algunas cuestiones interesantes sobre el matrimonio.


-¿Y vos por qué no te casaste todavía?
Y Emilse preguntó a su vez:
-¿tú nunca lees los diarios?
-Sí, ¿qué parte? dijo el Master riéndose y después como cayéndose de ánimo: Es que no sé si me quedaré a vivir en Madrid, pero de quedarme a vivir, cambiaría mi vida actual por completo.
Y como el Master se quedó en silencio, Emilse le recordó:
-Me hiciste una pregunta.
-¿Qué pregunta? dijo el Master.
Y Emilse, que tenía muchas ganas de contestar la pregunta, volvió a formularla:
-Me preguntaste por qué no me casé todavía.
-Sí, sí, afirmó el Master, ¿por qué no te casaste todavía?
-Porque generalmente en España los matrimonios resultan, querido Master, dijo Emilse casi con selemnidad, relaciones dodne el hombre es un hijo de puta y la mujer una loca.
-Bueno no es para tanto, dijo el Master.
-¿Me dejas desarrollar?, le pidió Emilse.
-Sí, sí, concedió el Master.
Ella dice:
-Esto es como un nido de víboras.
Él dice:
-Ella es como una víbora en el nido.
Ambos se ríen como tontos, mientras piensan maldades, locuras, ella dice:
-No quiero vivir como una puta.
Son dos idiotas, pero él la domina siempre. Le muestra un poco de dinero y ella se rinde.
-Amor mío, amor mío, le dice ella, te comprendo mi amor, chúpame las tetas, amado. Entierra en mí, la agonía de todos tus amores, vengo a liberarte de tu maldad.
Él se pone furioso y como no entiende nada, le pega. Le da una paliza que la deja bizca de un ojo.
La policía maltrata aún un poco más a la mujer maltratada, haciéndole preguntas indecentes y le regala al hombre 250.000 pesetas.
Él se arrepiente y le quiere chupar el coño, como si eso fuera un regalo.
Ella lo escupe, francamente en la cara y, ahora, él le pega con un látigo mientras le grita: Loca, loca de mierda.
Ella, agonizando en la cama de un hospital cualquiera, llega a murmurar:
-Hijo de puta, hijo de puta.
La asistente social de la policía persigue a la pobre mujer hasta el hospital, y siguen torturando a la pobre mujer moribunda con preguntas indecentes. 
Ella recuerda una frase, de hace unos días, en las fiestas de boca de un hombre mayor, alguien como vos, recalcó Emilse, y decide seguir viviendo.
Recomenzar todo de nuevo. Vivir una nueva vida.
Él la persigue, se entera por la policía dónde vive, e incendia su pequeña casa que ella pudo construir con sus propias manos, su dinero, su trabajo.
El fuego le quema toda la casa y un poco la cara. Él, al verla desfigurada se arrepiente y dona las 250.000 pesetas de la policía a la Iglesia del pueblo.
El cura insulta en el confesionario a la mujer, porque ésta cuando habla de su marido dice: "Ese hijo de puta".
El cura le prohíbe rezar Ave Marías, sólo le permite rezar los Padre Nuestros.
Ella en ese momento se excita pensando en la libertad.
El hombre recibe una paliza de parte de la policía, por haber regalado las 250.000 pesetas al cura de la Iglesia, y le pegan porque ahora el cura se gastará ese dinero con las mujeres, sus monjas.
Ella le cura las heridas y sufre un poco con su dolor...
Él, una vez curado, le rompe el culo, pero sin clase, sin ninguna clase y se va a emborrachar con el cura y con los policías.
Ella, dolorida, se hace socia de Mujeres Unidas y abandona la heterosexualidad clásica.
Él, desde el comienzo tenía preferencias por sus compañeros de trabajo, el cura y los policías, es clásicamente homosexual.
Desprecia a la mujer, porque supone que su madre ha gozado y por eso le pega.
Ella se deja despreciar, porque supone que su madre ha gozado y por eso recibe con elegancia cualquier castigo.
Ninguno de los dos conoce nada del amor.
Son, como dos animalitos en medio de la selva, pero sin otros animalitos, ellos dos solitos, pobres, desamparados, sin deseos.
-Por eso no me caso, terminó Emilse.
-Entendí, dijo el Master. Mañana doy la conferencia de las siete de la tarde y a las doce de la noche quiero que me consigas un pasaje, en preferente para Buenos Aires.



Del libro: El Sexo del Amor, de Miguel Oscar Menassa. Edt. Grupo Cero

lunes, 14 de febrero de 2011

PSICOANÁLISIS ONLINE


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martes, 1 de febrero de 2011

Ups, metí la pata


METER LA PATA

Metí la pata, ¡cuántas veces lo habremos dicho! Le dijiste algo a quien no debías, te pasaste de entusiasta y acabaste arrepintiéndote. Muchas veces cometemos “errores” por desconocer las costumbres o normas implícitas en ciertas relaciones. Hasta que no ocurre la primera vez no puedes saber qué piensa esa persona, si es reservada, si no lo es, si se lleva bien con fulanito o no. Las personas no venimos con un manual debajo del brazo y todos somos muy diferentes.

Es común, por cierta ingenuidad o torpeza en las relaciones, querer aglutinar en una misma reunión a varias personas, luego te das cuenta de que no pegan ni con cola o simplemente no quieren compartir ese nuevo contexto. El deseo de pasar un buen rato no te deja ver que no todo el mundo es igual, que existen los celos, la envidia, las clases sociales, el tráfico de información, el qué dirán… Qué complicado parece esto de estar bien con todos. Si te dejas llevar por lo que te apetece, puede que a otro le siente mal. Si actúas según los cánones establecidos acabas sintiéndote incómoda porque se vuelve una obligación algo que comenzó de una forma espontánea. No podemos vivir dándole siempre vueltas al coco, calculando cada paso que damos. No podemos saber de antemano qué espera el otro y si le sentará bien. Después de actuar es cuando podemos valorar los resultados y, esto muchas veces tiene su precio.

No siempre un perdón, una disculpa por nuestra torpeza o desconocimiento es bien acogido. Hay personas que no pasan ni una y si no eres de ellos estás contra ellos. En realidad, deberíamos ser más tolerantes, permitir que las personas nos vayamos conociendo. Con el tiempo, con las experiencias vividas mutuamente acabamos conociendo a los otros y sabiendo qué darle a cada uno.



Helena Trujillo
Psicoanalista